25 de enero de 2024
Señora presidenta,
Distinguidos miembros del Consejo de Seguridad,
Su excelencia Jean Victor Généus, ministro de Relaciones Exteriores de Haití,
Sra. María Isabel Salvador, enviada especial del Secretario General para Haití,
Sra. Ghada Waly, directora ejecutiva de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito,
Sra. Tirana Hassan, directora ejecutiva de Human Rights Watch,
Sra. Menissa Rambally, embajadora representante permanente de Santa Lucia en representación de CARICOM,
Sr. Martin Kimani, embajador representante permanente de Kenia.
Permítanme desearles un productivo 2024, en el indiscutible aporte que realiza este Consejo en la búsqueda de soluciones a los acuciantes conflictos que afectan a nuestro mundo.
Reconocemos a Argelia, Sierra Leona, Corea, Eslovenia y Guyana, miembros de nuevo ingreso a este Consejo, a quienes deseamos éxito. Hago énfasis particular en Guyana, país que asume la importante labor de presidir el Comité de Sanciones sobre Haití. Embajadora Rodrigues, puede contar con toda la colaboración dominicana.
Agradecemos al secretario general por su más reciente informe sobre la BINUH (S/2024/62), del pasado 15 de enero. En este se recogen los relativos, pero insuficientes, avances de la Policía Nacional de Haití, que ha intensificado sus operaciones contra las bandas criminales, así como la mejoría en la coordinación de sus actividades en tan complicado contexto. Esto es alentador, pero poco satisfactorio, tanto por las expectativas creadas y no enteramente cumplidas, como por el incremento de las estadísticas sobre el crimen y la violencia.
Señora presidenta,
Comparezco por novena ocasión, en menos de cuatro años, ante este notable órgano de las Naciones Unidas, para reiterar la preocupación del Gobierno dominicano por la persistente y aguda crisis que afecta a Haití. La violencia y la inestabilidad política que se viven en nuestra vecina nación tienen un impacto devastador para la población civil, la democracia haitiana y la seguridad regional.
La resolución 2699 [S/RES/2699 (2023)] aprobada por unánimemente por este Consejo, hace ya casi cuatro meses y que autoriza la formación y despliegue de una misión multinacional de apoyo a la seguridad (MSS) en Haití, significó un alito de esperanza dentro del cuadro crítico que presenta ese país.
Lamentablemente, en particular para los que viven bajo el terror cotidiano de las bandas, esta misión, aún no ha sido desplegada. Mientras tanto, Haití se encuentra a las puertas del abismo donde cada día de inacción, es una nueva oportunidad para las organizaciones criminales aumentar su poder y expandir su control.
Esta injustificada tardanza tiene consecuencias graves.
Es necesario reconocer y agradecer la importante disposición de Kenia a liderar la
misión multinacional de apoyo a la seguridad en Haití, así como la de países de CARICOM que han confirmado su participación en dicha misión. Por igual, deseamos reiterar nuestro compromiso de colaborar en la búsqueda de una solución, en la medida de nuestras posibilidades, como lo hemos venido haciendo, desde el inicio del conflicto haitiano.
Es imperativo que todos los actores relevantes actúen con responsabilidad y decisión para dotar la misión de las herramientas necesarias, incluyendo el apoyo financiero, para que esta pueda cumplir con el mandato que le ha sido confiado.
Sin embargo, debemos tener algo muy claro: el éxito de la misión multinacional dependerá primordialmente de la participación activa, propositiva, efectiva, constructiva y en sintonía, del gobierno y el pueblo haitiano, en particular de sus élites.
En otro orden, señora presidenta,
A la par del inquietante retardo en el despliegue de la misión, persiste una actitud de timidez en cumplir con el mandato de la resolución 2653 [S/RES/2653 (2022)], en designar, de manera urgente, a los individuos u organizaciones que financian a las bandas criminales que sabemos desempeñan un papel protagónico en la inestabilidad reinante en ese país.
No debemos permitir que los autores de tanta brutalidad sigan dominando alegremente en un entorno de impunidad.
Es tarea impostergable del comité de sanciones actuar con responsabilidad en este tema.
Señora presidenta,
Según el citado informe del secretario general, se ha logrado cierto avance en pro de la estabilización de Haiti, pues en la actualidad el gobierno cuenta con una base de fuerzas políticas haitianas más amplia, así como el patente deseo de sectores de la oposición en colaborar para restaurar las instituciones democráticas.
En este sentido, deseamos reconocer la labor que viene realizando tanto la BINUH como el Grupo de Personas Eminentes de CARICOM, en ampliar los espacios para el diálogo político entre las fuerzas vivas de Haití.
La misión multinacional también podrá contribuir a mejorar las condiciones para que estas fuerzas puedan alcanzar acuerdos más duraderos, justa aspiración del pueblo haitiano y de la comunidad internacional.
Señora presidenta,
A la crisis en Haití se agrega, además, un ingrediente altamente explosivo: el tráfico ilícito de armas que continuamente ingresan a ese país. Es necesario redoblar los esfuerzos por detener este flujo de armas, como lo establece la resolución 2692 de este Consejo {S/RES2692 (2023)].
República Dominicana ha estado colaborando de diversas formas, aplicando de manera responsable las medidas para prevenir el tráfico de armas y municiones y todo otro tipo de actividad ilícita. Eso, al margen de que el interlocutor haitiano, imprescindible para hacer efectivo todo esfuerzo en ese sentido, tiene una limitada capacidad de acción.
No obstante, sectores mal informados han tratado de señalar a nuestro país como de trasiego para esos contrabandos, lo cual negamos rotundamente. Estocarece de lógica, llevándonos a pensar que lejos de querer encontrar formas de apoyar y viabilizar una solución que cuenta con el apoyo de la comunidad internacional, hay aún sectores que se aferran a la búsqueda de desviaciones de la realidad para dilatar
acciones largamente esperadas.
República Dominicana no produce armas; tiene legislación estricta para el uso o tenencia ilegal de armas que se aplica con severidad; tiene una tasa de homicidios de las más bajas de la región; tiene puertos y aeropuertos que son utilizados frecuentemente para el trasbordo o reenvío de furgones y mercancías para Haití, una carga honerosa para las autoridades portuarias y aduaneras que enfrentamos con responsabilidad; y además tiene entre 8 y 10 mil efectivos militares a lo largo de la frontera dominico haitiana de 391 kilómetros, a un alto costo para el presupuesto dominicano.
Desde noviembre de 2021, apoyamos la solicitud que hiciera el Gobierno haitiano a
la Comisión Interamericana de Puertos (CIP) para asistir con la seguridad portuaria de Haití. En los momentos apropiados, facilitamos el acceso a combustible para mantener algunas operaciones básicas funcionando en el vecino país. También hemos recibido y atendido solicitudes de apoyo en seguridad para el transporte de personal diplomático de otros países y de organismos internacionales basados en Haití.
En otro orden, lejos de los ansiados resultados a los que aspiran los haitianos, la situación se ha hecho propicia para que surjan nuevas formas politiqueras que, presentándose como mesías, ejercen acciones oportunistas y desestabilizadoras tan perjudiciales como las de las pandillas. Estos sectores han llegado al extremo de llamar a una insurrección y a la desobediencia civil, haciendo más aguda la dimensión política de la crisis haitiana. Rechazamos firmemente estas manifestaciones extremadamente nocivas para la democracia haitiana.
Señora presidenta,
República Dominicana no se cansará nunca de abogar por la estabilidad en Haití. El estado de anomia social en que viven los haitianos está afectando seriamente las relaciones binacionales en todos los órdenes, creando una mayor carga sobre nuestro gobierno para garantizar la seguridad nacional; por esto, nos hemos visto obligados a adoptar rigurosas medidas con fines preventivos.
Continuaremos trabajando sin descanso para que Haití salga de la amarga situación que le embarga, guiados por nuestra política de buena vecindad. El desarrollo en democracia de Haití es un factor ineludible para asegurar la sostenibilidad permanente del progreso dominicano.
En los próximos días se desbordará una efeméride importante para la democracia haitiana: el 7 de febrero, una fecha que marcó el paso de la dictadura a la promesa de la democracia en Haití. Ojalá que más pronto que tarde, pueda retornarse a la legitimidad democrática que con gran ilusión generó esa fecha.
Señores miembros del Consejo de Seguridad, está en sus manos como tarea pendiente frenar la catastrófica situación que vive Haití, que continúa poniendo en riesgo la paz y la seguridad en la región. Si el despliegue de las tropas no se materializa cuanto antes, tendremos que seguir lamentando la falta de resultados positivos que tanto anhela el pueblo haitiano.
Esta crisis no puede esperar más, actuemos ya, sin vacilaciones.
Muchas gracias.