Señor Presidente,
Señores y Señoras Miembros del Consejo de Seguridad,
Señor Jean Victor Harvel Jean-Baptiste, Ministro de Relaciones Exteriores y Culto de Haití,
Señora María Isabel Salvador, Representante Especial para Haití y Jefe de la Oficina Integrada de las Naciones Unidas en Haití (BINUH),
Señora Monica Juma, Asesora de Seguridad Nacional del Presidente (Kenia),
Señores representantes y demás colegas,
Ante todo, Señor Presidente, debemos expresar nuestro profundo pesar por la triste noticia que han recibido los católicos a través del mundo esta mañana sobre el fallecimiento del Santo Padre Francisco. Deseamos paz y sosiego para el Papa en su última morada.
Señor Presidente,
Extendemos nuestras felicitaciones a Francia, por la responsabilidad con que ha desempeñado la presidencia del Consejo de Seguridad.
Aplaudimos además las prioridades de la presidencia francesa, particularmente su compromiso de prestar especial atención a la situación en Haití. Reitero el respaldo del gobierno dominicano a los objetivos planteados por el Ministro Jean-Noël Barrot, en favor de un compromiso compartido con un sistema multilateral eficaz, que respete los principios de la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional, y que priorice el diálogo y la búsqueda de la paz mediante la concertación, la solidaridad y la cooperación.
Asimismo, saludamos el valioso reconocimiento realizado recientemente por Francia, en la persona del Presidente Emmanuel Macron, sobre el impacto devastador que tuvo la indemnización impuesta a Haití como condición para reconocer su independencia. Este reconocimiento histórico representa un paso fundamental hacia la justicia reparadora y la reconstrucción de las relaciones internacionales con Haití, basadas en el respeto mutuo y la responsabilidad compartida.
Señor Presidente,
Hoy me presento por decimoquinta vez ante este Consejo de Seguridad en cuatro años y medio. Todas mis comparecencias han tenido el único propósito de instar a este órgano a tomar las medidas de lugar ante la profunda crisis institucional, humanitaria y de violencia que viene sufriendo el pueblo haitiano.
El drama humano que se vive todos los días en Haití ha sido identificado entre los diez principales conflictos a vigilar en el mundo en este 2025. Mientras la brutalidad de los pandilleros criminales avanza indeteniblemente, no podemos permanecer impasibles. La violencia sexual contra mujeres y niñas ha alcanzado niveles espeluznantes, registrándose 378 casos de violaciones en apenas cuatro meses. Esta no es una simple estadística, son vidas destrozadas irremisiblemente. En los campamentos de desplazados, mujeres y niñas, las más vulnerables, viven aterrorizadas, expuestas a agresiones sexuales sin protección alguna. Cada día la falta de respuesta concreta significa más víctimas. La comunidad internacional debe responder ahora con determinación absoluta, ante esta devastadora emergencia humanitaria.
Como único país con frontera terrestre con Haití, la situación de ese país se ha convertido en una grave amenaza a la seguridad nacional de República Dominicana. Recientemente, nuestro gobierno decidió declarar a los grupos criminales haitianos, que organizan y sincronizan sus operaciones delictivas de manera más eficiente cada día, como grupos terroristas. Hace once días, dos de esas bandas criminales embistieron la comunidad haitiana de Mirebalais y ocuparon la sede del consulado dominicano en ese poblado. Afortunadamente, el personal que custodiaba el edificio
había sido retirado previamente. Los criminales han amenazado con seguir su marcha desde Mirebalais hasta la frontera dominicana.
Las proporciones distópicas generadas por el conflicto y su peligroso avance hacia nuestra frontera han motivado la declaración de una alerta extrema en nuestro país, y, en consecuencia, la toma de nuevas decisiones y de acciones drásticas y contundentes. El gobierno dominicano parte de su obligación de proteger nuestra integridad territorial y de preservar la reconocida estabilidad política y económica que disfrutamos.
Entre las recientes medidas adoptadas, se han dispuesto 1,500 soldados adicionales para la vigilancia fronteriza, los cuales se suman a 9,500 que ya prestan ese servicio. Adicionalmente, se han tomado otras disposiciones para controlar más efectivamente los flujos migratorios y combatir el crimen transnacional en sus modalidades de trata de personas y tráfico ilegal de migrantes.
Señor Presidente,
Agradecemos el informe de la Oficina Integrada de las Naciones Unidas en Haití (BINUH) y encomiamos la misión, el compromiso, el trabajo y el sacrificio personal de la representante especial del secretario general de las Naciones Unidas para Haití, María Isabel Salvador.
Agradecemos también los importantes aportes que ofrecen los informes de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).
Ambas agencias establecen claramente la relación estrecha entre la criminalidad en Haití y el tráfico de armas y drogas. Sin un control efectivo del tráfico de armas y municiones no es posible avanzar en la lucha contra las organizaciones criminales que, en los momentos actuales, parecieran estar más organizadas, coordinadas y con un armamento superior al de la Policía Nacional Haitiana y de la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad (MSS).
Hago uso de esta oportunidad para agradecer, nueva vez, al gobierno de Kenia por su decisión de liderar la MSS y aportar los primeros efectivos que integran dicha misión, así como los otros países de la misión y el CARICOM y de la región que participan en dicha misión. Asimismo resaltamos los denodados esfuerzos de la policía haitiana y aprovechamos para lamentar la muerte de varios policías haitianos que perecieron ayer en el cumplimiento del deber, así como dos efectivos kenianos previamente fenecidos, así mismo a través de ellos extendemos nuestra solidaridad a todo el pueblo que ha sufrido el terror desatado por estas organizaciones criminales.
Por nuestra parte, República Dominicana continúa fortaleciendo los controles en los diferentes puertos, a un alto costo para el gobierno dominicano. Recientemente, las autoridades de control aduanero decomisaron un cargamento compuesto por 36.000 cápsulas de diferentes calibres y varias armas de fuego procedente de Estados Unidos y con destino a Haití. Ese contrabando se ha fortalecido con el dominio por las organizaciones criminales de algunos puertos privados de la capital de Puerto Príncipe, a través de los cuales reciben sus letales mercancías. Asimismo, han practicado la piratería asaltando buques en alta mar para incrementar la extorsión y el tráfico de armas y municiones, habiéndose producido hasta secuestro de marineros. Esos son temibles niveles de coordinación que suponen fuerte conexión y complicidad con agentes criminales transnacionales.
Es imperativo poner en vigencia de una vez por todas las sanciones contra las personas e instituciones que financian y protegen el crimen organizado en Haití, duplicar la vigilancia para fortalecer el embargo de armas y municiones, y elaborar una estrategia efectiva contra el crimen organizado. Resulta inconcebible que hasta el momento solo cinco criminales han sido sancionados, sin que se identifiquen los facilitadores individuales e institucionales. Es apremiante reforzar la voluntad política desde las Naciones Unidas, así como desde los países, para no seguir decepcionando a la sociedad haitiana y detener la burla por parte del crimen organizado.
Señor Presidente,
República Dominicana acoge con satisfacción y expresa su sincero agradecimiento al Secretario General y su equipo por la propuesta contenida en su carta del 24 de febrero de 2025, dirigida al Presidente del Consejo de Seguridad. Manifestamos nuestro firme apoyo a la estrategia de doble vía propuesta por el Secretario General, que contempla el establecimiento de una misión de carácter híbrido: una Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad (MSS) respaldada por una Oficina de Apoyo de las Naciones Unidas, financiada con fondos de las contribuciones permanentes para el mantenimiento de la paz.
Aunque no resulta viable en estos momentos implementar una fuerza de paz completa, es imperativo fortalecer urgentemente la MSS existente. Se requiere una misión especializada con un plan de seguridad integral y objetivos explícitos para el uso de la fuerza contra las bandas criminales, que disponga no solo del apoyo financiero proveniente de las contribuciones de los países donantes, sino también de la dirección y predictibilidad de un sólido apoyo logístico y operativo proporcionado por las Naciones Unidas.
Si se continua en este estado de letargo y no se interviene con la contundencia necesaria para erradicar de raíz esta prolongada crisis, corremos el grave riesgo de presenciar su transformación en un conflicto internacional de proporciones imprevisibles. Como ha señalado acertadamente el International Crisis Group con relación a las lecciones aprendidas en resolución de conflictos, la estrategia más eficaz consiste en abordarlos antes de que se intensifiquen, no esperar a que se salgan completamente fuera de control para luego trabajar desesperadamente en la búsqueda de la paz.
Ahora bien, República Dominicana observa con profunda preocupación la notoria y creciente insuficiencia de fondos para atender las prioridades identificadas. Debemos reconocer que el objetivo urgente y primordial es restablecer la seguridad en Haití. Sin un entorno seguro, todos los demás esfuerzos resultarán infructuosos, incluyendo la asistencia humanitaria y las iniciativas de desarrollo sostenible orientadas a abordar las causas estructurales de sus persistentes problemas.
La ausencia de respuestas concretas que ofrezcan esperanza a una población que ha resistido durante tanto tiempo ha socavado gravemente la estabilidad y legitimidad gubernamental. ¿Acaso aguardamos a que el cuerpo colegiado sea desplazado por movimientos incontrolables que nos obliguen a negociar con grupos criminales? Este es el momento decisivo para la acción coordinada y la responsabilidad compartida.
República Dominicana reafirma su invariable compromiso con el restablecimiento de la paz, la democracia, el Estado de derecho y el desarrollo sostenible en Haití, y exhorta a este Consejo, nueva vez, a actuar con la urgencia que la situación demanda.