Señor presidente,
Miembros del Consejo de Seguridad,
Sra. María Isabel Salvador, enviada Especial del secretario General para Haití; Sra. Ghada Waly, directora Ejecutiva de la Oficina de las Naciones Unidas para el Delito y la Droga; ministro de Exteriores de Haití, Victor Geneus; representante Permanente de Canadá ante las Naciones Unidas, embajador Bob Rae.
Deseo reiterar mis cálidas felicitaciones a la señora María Isabel Salvador por su designación para una misión tan esencial para la paz y la seguridad en la región. Al tiempo de desearle éxitos en el desempeño de sus nuevas funciones, le aseguramos la colaboración responsable y sostenida del Gobierno dominicano.
Hoy nos reunimos una vez más para abordar la calamitosa tragedia que afecta gravemente la vida y la integridad física y mental de millones de haitianos, situación insostenible que no solo afecta a Haití, sino también a mi país, República Dominicana. Siendo tan catastrófica, esta situación aún no ha logrado conmover o sensibilizar a quienes deben tomar las decisiones finales en apoyo de los haitianos.
Permítanme citar la reciente plegaria del Papa Francisco: “Dirige tu mirada a Haití, que sufre desde hace tiempo una grave crisis social, económica y humanitaria, y apoya los esfuerzos de los actores políticos y de la comunidad internacional para buscar una solución definitiva a los numerosos problemas que afligen a ese pueblo tan atribulado”.
Señor presidente,
Estoy convencido que no hemos estado hablando frente a oídos sordos, pero no entendemos por qué ha costado tanto tiempo para que este vital órgano haga lo necesario para cumplir con la reclamada ayuda solicitada por Haití. Existen ejemplos de otras iniciativas de apoyo a países en crisis, para los cuales la asistencia internacional no ha tenido que recorrer un camino tan sinuoso. Siendo honestos, nos inclinamos a pensar en la posibilidad de que, como dicen algunos: los países reciben atención en función de una estratificación diferenciadora.
¿Acaso el pueblo haitiano no es víctima de una agresión que está quebrantando la paz en la región?
¿No fue creada esta venerable organización precisamente para enfrentar situaciones atroces como la que atraviesa Haití?
Hasta ahora, han sido inútiles los repetidos ruegos formulados por las autoridades de ese país, reiteradas hoy aquí por el ministro Geneus, solicitando una colaboración efectiva para poner fin a la violencia. Las respuestas siguen siendo inadecuadas para ayudar al pueblo haitiano a recuperar niveles mínimos de normalidad.
En este largo calvario, la situación humanitaria se agrava a tal punto que, según el último informe del Programa Mundial de Alimentos (PMA), que ha sido citado aquí en el día de hoy, el Integrated Phase Classification (IPC) estima que, para el período de marzo a junio actual, 19,200 personas están en la Fase catastrófica de inseguridad alimentaria, la 5ta; el 17% de la población, 1 millón 650 mil personas en la Fase 4, de emergencia alimentaria; y el 31%, 3 millones de haitianos en la Fase alimentaria de crisis, la 3. Prácticamente la mitad de la población haitiana atraviesa por una hambruna.
¿Cómo podemos permitir que ocurra frente a nuestros ojos una situación humanitaria tan escandalosa, en donde los más vulnerables, niñas, niños y mujeres son los más afectados?
¿Qué más tendrían que hacer las autoridades haitianas en cuanto a su llamado de asistencia para enfrentar a las bandas criminales, principales responsables hoy de este desastre humanitario?
Señor presidente,
No desconocemos el importante trabajo del Comité de Sanciones que preside el representante de Gabón, el embajador Michel Biang, a quien reiteramos todo el apoyo del Gobierno dominicano, ante la futura visita del Comité a nuestro país. También reconocemos la labor del Panel de Expertos del Comité de Sanciones, que recientemente inició sus labores en torno a la crisis haitiana. Por el contrario, mucho apreciamos los esfuerzos destinados a identificar los sectores que, dentro de Haití, alientan actividades criminales y contribuyen a la inseguridad. Ese esfuerzo, sin duda, contribuirá a establecer responsabilidades y, ojalá, a imponer sanciones eficaces.
Por nuestra parte, el Gobierno dominicano ha dispuesto prohibiciones de entrada a un número de ciudadanos haitianos con el fin de salvaguardar nuestra seguridad e integridad territorial, y de esta forma apoyar los esfuerzos del Consejo de Seguridad.
En ese mismo tenor, valoramos la reciente resolución adoptada por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, aprobando el nombramiento de un experto independiente de derechos humanos para Haití.
Señor presidente,
Junto a estas medidas faltarían otras que frenen definitivamente el foco de inseguridad, que sabemos dónde se encuentra y cómo opera. En este sentido quisiéramos hacer referencia al último informe de la Oficina de las Naciones Unidas para el Delito y la Droga (UNODC), refiriéndose al incremento alarmante en el tráfico de armas de fuego sofisticadas hacia Haití, así como de municiones, siendo este un ingrediente principal para el aumento de la violencia. Según el informe, sobre el cual nos ha ilustrado ampliamente la directora Ejecutiva de ONUDC, la Sra. Ghada Waly, pandillas han llegado a niveles nunca vistos, así como el tráfico de drogas, alimentando de manera descontrolada la crisis de inseguridad en Haití, que desborda sus fronteras.
Reiteramos pues nuestro llamado urgente a los miembros de este Consejo de Seguridad. No hay tiempo que perder, por los medios que consideren pertinentes, apliquen las medidas requeridas para evitar el trasiego de armamentos y municiones hacia Haití.
Señor presidente,
La soberanía del Estado conlleva la obligación de proteger a su propio pueblo. Cuando un Estado no puede hacerlo plenamente y se pone en peligro la paz y la seguridad de una región, esta responsabilidad corresponde a la comunidad internacional. Se deben emplear los medios diplomáticos, humanitarios y de cualquiera otra índole dentro de su competencia.
En el caso de Haití, sus autoridades han solicitado reiteradamente una fuerza especial de apoyo a la Policía Nacional. Algo que deviene urgente a la luz de lo que sigue ocurriendo en Haití: hace una semana, unas cincuenta personas fueron muertas por bandidos armados en Source- Matelas, comuna de Cabaret, y antes de ayer, debido a la capacidad mínima con que cuentan las fuerzas del orden, unas 13 o 14 personas, presumiblemente miembros de una banda criminal, fueron linchadas en las calles de Puerto Príncipe. Estos trágicos episodios, que dramáticamente nos ha narrado hoy la representante del secretario General en Haití, María Isabel Salvador, que se repiten una y otra vez, hacen recordar, dolorosamente, situaciones en que la comunidad internacional, no ha reaccionado con la suficiente diligencia para evitar desastres mayores.
Señores delegados:
Lo dijimos en el pasado en este Consejo de Seguridad y lo reiteramos el día de hoy, la situación en Puerto Príncipe es comparable a la de un conflicto armado interno, salvando la diferencia en este caso sobre la calificación de beligerante. De hecho, estamos presenciando hoy, la disolución del Estado haitiano.
El caso que nos ocupa no requiere mayores evidencias. Cualquier decisión que evada una asistencia efectiva urgente para Haití, medida propia y exclusiva de esta Organización, por mandato de su Carta y el Derecho Internacional, podría considerarse una abdicación de su responsabilidad.
El Consejo de Seguridad no puede hacerse ajeno a ese reclamo.
Muchas gracias.