«Los sargazos son una llamada de alerta de la naturaleza, recordándonos que nuestras acciones tienen consecuencias en los océanos y que debemos tomar medidas para combatir la contaminación y el cambio climático.» Esta frase del afamado investigador y biólogo marino francés, Jacques Cousteau, nos centra como agentes responsables del planeta, a la vez que nos alerta de un fenómeno que, si bien tiene orígenes naturales, las dimensiones en las que hoy se manifiesta constituye un verdadero desafío para muchos países, entre ellos, los nuestros aquí representados.
Pues, para mí, un deber participar junto a ustedes en esta primera Conferencia Regional Gran Caribe-Unión Europea sobre Sargazo, un esfuerzo concertado y ambicioso que busca lograr una cooperación solidaria, el intercambio de conocimientos y una coordinación efectiva a fin de hacer frente a esta emergencia y, de ser posible, trazar el sendero hacia la gestión y aprovechamiento de estas algas.
Es menester recalcar que el sargazo es un tipo de alga marina presente en las regiones tropicales y subtropicales, cuya existencia es endémica, constituyendo, un fenómeno ecológico importante en el océano Atlántico y en el mar Caribe. Este «bosque tropical flotante del océano”, como ha sido descrito por muchos, brinda refugio natural a especies migratorias y un hábitat esencial para cientos de especies de peces e invertebrados.
Sin embargo, desde hace 12 años, desde 2011, este fenómeno ha despertado nuestra atención debido a su proliferación masiva y su impacto negativo en las costas caribeñas y los ecosistemas marinos, desde Tulum en México hasta las Islas Tobago, llegando a cubrir nuestras playas con millones de toneladas de sargazo, generando olores desagradables a medida que se descompone, provocando pérdidas a comunidades locales y al sector turístico, a la vez que causa daños a la salud humana y pone en riesgo la seguridad energética de varios países, como el nuestro.
Las imágenes satelitales marcan una tendencia clara: la llegada del sargazo a nuestras costas aumenta exponencialmente cada año, y se alarga su temporada de permanencia. Hasta la fecha, los intentos de erradicación y control han sido lentos y costosos y, generalmente, con escasos resultados.
Ante esta catástrofe ambiental, nuestro país propuso y así fue aprobado por unanimidad en IX Cumbre de la Asociación de Estados del Caribe (AEC), celebrada en Guatemala el mes pasado, declarar “como una emergencia la crisis del sargazo que afecta toda la región del Gran Caribe”.
Aun no tenemos del todo claro la causa cierta de este fenómeno, que puede ser el incremento en el uso de fertilizantes que contaminan los ríos, la contaminación proveniente de las descargas de aguas residuales o los cambios en las corrientes y las temperaturas marinas, debido al calentamiento global.
Lo que sí nos queda claro es que el sargazo presenta un crecimiento descontrolado, difícil de ignorar para los países del Caribe que dependen tanto de los recursos marinos para su crecimiento integral; para algunas islas puede decirse que su dependencia de estos recursos es una cuestión de supervivencia.
República Dominicana no está exenta de los efectos adversos de esta problemática, impactando significativamente el turismo de playa, sector del que deriva una parte significativa de nuestros ingresos, a la vez que vemos cómo aumenta la inversión de recursos que deben ser destinados para enfrentar este fenómeno. Queda claro que el florecimiento masivo del sargazo es una crisis de carácter regional en cuanto constituye una amenaza para la recuperación y desarrollo económico de los países del Gran Caribe. Nuestros esfuerzos no pueden generarse de manera aislada, así no lo lograremos. El problema del sargazo requiere una solución cooperativa y colectiva de la región.
Pero también reconocemos que, si bien ahora vemos al sargazo como “el enemigo”, y esto es comprensible dadas las severas consecuencias económicas, sociales y ecológicas de su impacto, en las algas marítimas también co-existe un foco de oportunidad que van, prima facie, desde la recolección y disposición adecuada del sargazo para su uso como materia prima en la producción de bioplásticos o fertilizantes, biocombustibles, alimentos para animales, materiales de construcción, entre otros usos, hasta la implementación de barreras flotantes para evitar su llegada a las costas.
Ya la Primera Conferencia sobre Sargazo, celebrada en Guadalupe en el 2019, mostró un esfuerzo conjunto para lograr una respuesta colectiva. Aun así, los compromisos adoptados en dicha conferencia se vieron opacados por la pandemia del COVID-19.
A pesar de los obvios impactos negativos que tiene el sargazo, existe aun reconocimiento del tema en importantes foros internacionales; por ejemplo, la Segunda Conferencia sobre los Océanos, celebrada en Portugal el año pasado, el tema del sargazo solo tuvo presencia por breve mención del entonces presidente de la Asamblea General, el Sr Abdullah Shahid, quien luego de visitar nuestro país y presenciar de primera mano el fenómeno reconoció la importancia de hacer frente al mismo. Por igual, en la Conferencia Our Oceans, en Panamá, fue nuestro ministro de Ambiente, el Sr. Ceara Hatton quien colocó el tema sobre la mesa.
Esperamos que esta conferencia sirva:
Primero: para dar a conocer la problemática a nivel internacional y que en las futuras conferencias en materia de océanos que serán celebradas, como la Conferencia de los Océanos de 2025 y su preparatoria de 2024, todos nuestros países se comprometan a efectuar declaraciones sobre la emergencia del sargazo y, la utilicen como plataforma para seguir impulsando proyectos, generar diálogos constructivos y facilitar la cooperación para combatir el fenómeno del sargazo.
Segundo: lograr que una solución a la crisis del sargazo se vea reflejado, como una emergencia, en los planes de trabajo de Programa de las Naciones Unidas para el Medioambiente, en las agendas de los mecanismos de integración regional y en la aprobación de una resolución sobre el sargazo por la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Tercero: el año pasado, República Dominicana realizó un llamado a la creación de un fondo común para enfrentar la problemática del sargazo en las costas de nuestra región. Seguimos en disposición de encabezar no solo esta iniciativa para la creación de un fondo común, sino también la creación de Grupo de Trabajo Regional para retomar los compromisos de 2019, y de generar e implementar un plan de gestión integral como región.
En estos momentos se requiere sumar esfuerzos para mitigar el impacto sobre nuestras economías, que han tenido que hacer inversiones cuantiosas para la recuperación Post COVID; en ese sentido resulta esencial fomentar la cooperación internacional para enfrentar esta crisis a través del intercambio de conocimientos y tecnologías, la coordinación de esfuerzos, el financiamiento de proyectos y la sensibilización y educación de la población.
Estimados amigos y amigas, exhortamos a todos los representantes que se han dado cita en este espacio a hacer un uso productivo de este día, a intercambiar ideas y posibles soluciones y a sumarse en este gran esfuerzo colectivo.
Agradecemos a la Unión Europea por hacerse eco y socio en la búsqueda de una solución a esta problemática e informar sobre uno de los grandes retos que tenemos como Gran Caribe.
Señoras y señores, es una responsabilidad de nuestra generación de convertir el sargazo en una oportunidad.
Muchas gracias.