Santo Domingo de Guzmán, Distrito Nacional
6 de febrero de 2023
Estimados amigos, me enorgullece recibirles hoy en el INESDYC, la escuela diplomática más antigua del Nuevo Mundo, y de la cual mi padre fue su tercer director, en una época ya lejana.
Vivimos un momento complejo, marcado por la crisis climática, el asedio a la democracia y los derechos humanos, una profunda transformación tecnológica, social y económica, que, si bien promete una era de posibilidades casi ilimitadas, también ha dislocado ciertos consensos que nos guiaban y a la vez ha desatado una agresiva competencia por la hegemonía global.
Por otro lado, la invasión a Ucrania y el aumento de las tensiones alrededor de Taiwán son muestras de un mundo aun dividido en bloques enfrentados y que a diferencia de la guerra fría se enmarca en un contexto donde no hay un diálogo directo entre los líderes de ambos bloques y, para peor, con un mayor y más diverso arsenal armamentístico.
Además, después de dos décadas registrando avances sociales a nivel mundial, la crisis de 2008 y la pandemia, han generado verdaderos retrocesos en términos de logros sociales. El mundo, nuestros países, sobre todo, aun enfrentan grandes masas de pobreza y desigualdades estructurales que lastran severamente los procesos políticos y el progreso social de nuestras sociedades.
El momento actual es tan paradigmático que el canciller alemán, Olaf Scholz lo ha denominado un Zeitenwende, un cambio tectónico de época y ha llamado a un profundo rearmamento de Alemania y la OTAN para esta nueva era.
Nuestras Escuelas Diplomáticas están llamadas a convertirse en los centros de pensamiento que configuren los nuevos paradigmas, marcos teóricos e interpretativos que den respuesta a esta realidad. Corresponde a las instituciones académicas y los profesionales diplomáticos cumplir su rol creativo, impulsando propuestas factibles para enfrentar estos desafíos de grandes dimensiones, los cuales no pueden ser abordados de manera aislada o unilateral.
Es evidente que el multilateralismo y el regionalismo, es la principal herramienta con que cuenta la humanidad para navegar este momento y llegar a puerto seguro. Sobre todo, para países como los de Iberoamérica que, si no actuamos bajo el amparo de fuertes organismos internacionales, corremos el riesgo de quedar fuera de las decisiones más importantes de la humanidad.
Lo irónico es que en este momento en el que el multilateralismo y el regionalismo son más importantes, es cuando más divididos nos encontramos, sobre todo los latinoamericanos. Quiero ser optimista, pero creo que hoy estamos más lejos de alcanzar la coordinación y la unidad necesarias para ser actores relevantes en la escena internacional.
De todas formas, no debemos rendirnos. Creo que las escuelas diplomáticas pueden jugar un rol importante en este proceso. Para lo cual es indispensable el flujo de información, que nuestras escuelas aumenten las conexiones académicas, que se mejoren los programas de entrenamiento y capacitación de nuestros funcionarios, que se compartan las experiencias. La cooperación, el multilateralismo renovado y la pluralidad son aquí fundamentos esenciales.
En República Dominicana, hemos entendido, el valor de la escuela diplomática en la construcción de un servicio exterior adecuado y profesional, que responda a nuestro interés nacional y a los valores y principios democráticos y de derechos humanos consagrados en nuestra constitución y en los tratados internacionales ratificados por el Estado dominicano. Tal como prometimos en nuestro plan de política exterior, estamos liderando un proceso de rescate, modernización y profesionalización del servicio exterior dominicano, para el cual, nuestra escuela diplomática juega un papel fundamental.
Al igual que los que me antecedieron en este podio, le damos la más cordial bienvenida a esta XV Reunión de la Asociación Iberoamericana de Academias, Institutos y Escuelas Diplomáticas. Les auguramos los mayores éxitos. Contamos con que las conclusiones emanadas de esta reunión servirán para impulsar un cuerpo diplomático diverso, crítico y flexible, capaz de impulsar el nuevo marco de las relaciones internacionales del siglo XXI.