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HISTORIA

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Uno de los elementos importantes del desarrollo social y cultural de los pueblos lo constituye el patrimonio monumental. Este patrimonio se convierte en un aspecto puntual entre los bienes inmuebles y tangibles como parte significativa del desarrollo arquitectónico y hábitat de los pueblos y de su cultura material y espiritual. Por tanto, recuperar la historia y función social y cultural de los monumentos, y/o edificaciones, es una tarea de las instituciones que trabajan y participan en el desarrollo del país.

Es el caso de la sede o instalaciones que alojan a la Cancillería de la República Dominicana, también conocida como Estancia San Gerónimo, (este nombre se debió por encontrarse en las cercanías del desaparecido Fuerte del siglo XVII que llevaba este mismo nombre) Estancia Michelena o Estancia Ramfis. Esta hermosa casa, estilo rancho-residencia, fue erigida a solicitud y gusto arquitectónico de su primer propietario, de origen puertorriqueño, Santiago Michelena Bellvé.

La Estancia San Gerónimo o Michelena, de estilo arquitectónico con rasgos visibles en su estructura exterior de carácter militar, albergó durante 25 años a las familias Michelena Bellvé y Michelena Pou. Michelena Bellvé, fue una acaudalada familia oriunda de España, con raíces en Venezuela y Puerto Rico, de estatus social elevado y vinculado con la historia de la economía bancaria de la República Dominicana.

La Estancia Michelena fue una de las típicas residencias solariegas que se fundaron en el lado oeste de la ciudad de Santo Domingo. De un solo nivel, combinó el concreto y la madera para lograr armonía con el clima tropical de la isla y las corrientes arquitectónicas de las residencias características de principios de siglo.

En fin, la Estancia Michelena fue un verdadero chalet que sirvió de vivienda a la acaudalada familia del negociante puertorriqueño.

Primeramente, fue habitada por Santiago Michelena Bellvé, quien ordenara su construcción, la cual culmina en 1912 cuando la familia se traslada a la vivienda. Ellos la abandonan en 1934 a raíz del traspaso de la propiedad al entonces Presidente Trujillo.

Emplazada en medio de unos veinte acres de terreno, a no menos una milla hacia el oeste antiguo y singular fuerte de San Gerónimo, la Estancia Michelena contaba con unas cinco habitaciones y se encontraba techada de zinc con cielo raso en madera que le otorgaba gran frescura a la casa.Como era de costumbre durante la época, los espacios principales de la casa se encontraban rodeados de galerías. Más de una vez sirvió para apacibles reuniones de amigos e invitados de la familia que compartían un café para discutir asuntos de interés, o el simple ocio lúdico.

De acuerdo con algunas versiones, la propiedad Michelena tenía sus antecedentes en los manejos financieros de Santiago Michelena con un señor de apellido Chevalier, oriundo de San Cristóbal y emparentado con Trujillo. Este Chevalier, según la versión, fue despojado por los Michelena de la propiedad de los terrenos a través de una transacción usurera. Según esta versión tal hecho marcó el espíritu vengativo de Trujillo quien, en su oportunidad, cobró la deuda familiar no sólo recuperando la propiedad mejorada en manos de Michelena, sino que otros negocios, como el bancario por ejemplo, pasaron a manos del Estado Dominicano, en otras palabras, a manos de Trujillo.

En el año 1938, Trujillo se trasladó de la antigua casa Presidencial – donde hoy se encuentra el Palacio Nacional – a la recién remodelada Estancia San Gerónimo o Michelena, que adquirió para entonces un nuevo nombre: “Estancia Ramfis”, en honor a su primogénito. En aquella Estancia permanecerá por los menos unos catorce años. Allí instala sus oficinas en 1938 y la consolida como Mansión Presidencial.

Una de las principales acciones en la remodelación de la Estancia Ramfis fue aprovechar la edificación original y ampliar en forma de anexos a esta planta, que sería reforzada para sostener un segundo nivel.

Se genera una remodelación del edificio original que alcanzará a envolver la vieja Estancia, convirtiéndola en una edificación con dos niveles y un sótano, más cercana a una austera edificación militar que a una residencia solariega, lo que tal vez debió ser la pretensión original.

Luego de convertirse el inmueble en las instalaciones de la Secretaría de Estado de Relaciones Exteriores continuaron produciéndose las intervenciones infraestructurales del edificio. Así surge todo el anexo oeste que hasta hace poco fueron ocupados por las oficinas del Archivo de la Cancillería. Su edificación parece ser el resultado expreso de los deseos de Trujillo de mejorar las condiciones en que era manejado el Archivo de la institución.

La Secretaría de Estado de Relaciones Exteriores de la República Dominicana es trasladada en 1952 al inmueble que ocupa actualmente en la Avenida Independencia, en Santo Domingo, capital de la República. Este acontecimiento se produjo bajo la administración de Virgilio Díaz Ordóñez, quien fue Canciller de la República desde 1947. La Cancillería ocupaba desde hacia tiempo parte del edificio de la Antigua Capitanía General de Indias y asiento de la Real Audiencia, hoy Museo de las Casas Reales.

En febrero de 1953 Rafael Leónidas Trujillo retorna a su antigua residencia como Canciller, puesto que ocupó hasta julio de 1953. Durante este período Trujillo pudo cerciorarse del deterioro y las precarias condiciones en que se encontraban los archivos de la institución y ordenó que se construyera un nuevo anexo al edificio para albergar los mismos.

El anexo para albergar los archivos de la Cancillería y otras oficinas fue terminado bajo la gestión del Dr. Joaquín Balaguer, quien desempeñó las funciones de Secretario de Estado de Relaciones Exteriores durante el período 1953-1955.

La infraestructura interna de la edificación de las instalaciones de la Cancillería mantiene en la actualidad un ambiente de elegancia señorial y los tonos claros de la pintura de las paredes, junto a los bajos relieves de cerámica morisca, contraponen las imágenes con colores azul, amarillo, rosado que armonizan con el ambiente y dan un contraste de claridad que hace agradable el lugar, lo que refleja el buen gusto de la decoración.

Tanto los arquitectos que han estudiado la estructura de la Estancia como investigadores y testigos oculares le otorgan a la Estancia Michelena un significativo valor histórico, no sólo porque fue enclave familiar de personas que tuvieron que ver con la economía y la política de álgidos períodos de la historia dominicana, sino también porque la vida pública y privada de quienes la habitaron hicieron de ella un entorno y lugar importantes, de litigios silentes, sobre la legitimidad de la propiedad Michelena Bellvé y Pou, Michelena Ariza y Trujillo Martínez, dejando en expectativas, entre la duda y la esperanza, a los posibles herederos Michelena Trueba.

Otro elemento que hace de la Estancia Michelena un lugar de valor histórico es que la misma es una de las casas o residencias en que habitó la familia Trujillo Molina y Martínez Alba, y que la caída del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina pasa a formar parte de los bienes del Estado.

La beligerancia y atención que concitó la adquisición y las remodelaciones de la Estancia San Gerónimo así como el protagonismo que jugó como residencia de familias e instituciones ligadas estrechamente a la historia dominicana por más de ocho décadas del presente siglo, hacen de esta edificación un patrimonio histórico.