En la República Dominicana existe libertad de culto siendo su población predominantemente cristiana y mayoritariamente católica. La primera misa católica en el Nuevo Mundo se celebró en territorio dominicano el 6 de enero de 1493. La mayoría de la población es católica aunque existe una creciente presencia de denominaciones protestantes en el país.
La cristianización del Nuevo Mundo que comenzó en la Cuna de América, República Dominicana, sembró la semilla de un catolicismo que ha dado frutos por los siglos de los siglos. Actualmente, en el siglo XXI, el 75% de la población dominicana dice que profesa la religión católica.
El predominio del catolicismo tiene como telón de fondo la incidencia, muy evidente, de la jerarquía católica en todos los estratos sociales, económicos y políticos, de la mano del Concordato firmado entre la Santa Sede y la República Dominicana en 1954. El acuerdo ha permitido a la iglesia de Roma potenciar un poder espiritual que trasciende las instancias políticas partidistas y militares.
Sin embargo, durante el siglo XX, República Dominicana comenzó a vivir el desarrollo de una diversidad de expresiones religiosas –de confesiones protestantes- que se sumaron a las diferentes manifestaciones de la llamada religiosidad popular, presente desde la llegada de negros esclavos de África a la isla.
La espiritualidad de la raza negra pronto se puso de manifiesto en la media isla, aunque la historia tendría que registrar la creatividad a la que tuvieron que recurrir para disfrazar sus deidades en medio de las imposiciones católicas. Los africanos traídos de diferentes zonas del continente africano tenían diferentes lenguas, religiones y culturas, pero en general eran politeísmos. El mantenimiento de su espiritualidad fue su respuesta ante la necesidad de preservar su identidad con la utopía de recuperar la libertad.
Las manifestaciones de la religiosidad popular que todavía hoy están muy arraigadas en segmentos de la población provienen de los africanos que ocuparon la parte occidental de la isla, colonizada por Francia. El vodú fue la religión popular que se formó en Haití y que luego se manifestó en República Dominicana, con una variante local -religiosidad popular- tiene elementos del espíritu europeo kardesiano y de la santería cubana.
En la historia religiosa del país hay también un aporte étnico indigenista. Los taínos, los pobladores de la isla al momento del descubrimiento, tenían creencias religiosas muy estructuradas a través de las cual se explicaban el origen del mundo –lo natural y lo sobrenatural- y la existencia humana. Llamaban a sus dioses cemíes, con los cuales se comunicaban a través de rituales y ceremonias que dirigían un sacerdote o behique.
Por otra parte, la relevancia de los ritos católicos en el país es más evidente en las fiestas nacionales más trascendentales, todas vinculadas a este culto. La Semana Santa, la Navidad, las fiestas patronales de los pueblos, la veneración a la Virgen de la Altagracia, con procesiones anuales de gran trascendencia, son parte del abanico.
Higüey, ciudad principal de la provincia La Altagracia, es el primer centro mariano de América bajo la advocación de La Virgen de la Altagracia, madre espiritual del Pueblo Dominicano.
Sobre la práctica de la fe, el 70% de las personas con alguna religión asisten regularmente a ceremonias religiosas, y que las mujeres participan en mayor proporción que los hombres (77 versus 64%). Otro dato relevante: Las católicos asisten a actos religiosos en una proporción bastante más baja que las de otras iglesias: 67% en las primeras contra 88 a 92% en las segundas. En las provincias, las mayores proporciones de asistencia a ceremonias religiosas corresponden a María Trinidad Sánchez, Santiago Rodríguez y La Vega (más del 78% en cada una) y las más bajas a Azua, Bahoruco y Monte Cristi (de 62 a 63%).